Eduardo Biedma | Vida y Tradición en San Benito: Comercio y Hermandad
Eduardo Viá comparte su vida como comerciante y su vínculo con San Benito, destacando valores, hermandad y tradiciones del barrio que perduran en el tiempo.
COMUNICACIÓN, SOCIEDAD Y ACTIVISMO
Un viaje por la memoria y el corazón de San Benito
La historia de los barrios no se escribe solo en sus calles, sino en la memoria y el testimonio de quienes los han vivido intensamente. Eduardo Biedma, comerciante y vecino de San Benito desde 1989, nos abre las puertas de su vida y de su barrio, compartiendo recuerdos, valores y reflexiones sobre la infancia, la familia, el trabajo y la comunidad. A través de su relato, descubrimos cómo la vida en San Benito ha forjado generaciones de personas unidas por la amistad, la solidaridad y el esfuerzo compartido.
La infancia en San Benito: valores, juegos y comunidad
Eduardo recuerda con nostalgia y gratitud su infancia en San Benito, una época que describe como “maravillosa”, marcada por la sencillez y la riqueza de los valores transmitidos por sus padres y vecinos. “No teníamos tanto, pero tampoco nos hacía falta”, afirma, subrayando que lo esencial era la vida sana, la amistad y la alegría de ser “niños de la calle”, lejos de las pantallas y las consolas que hoy dominan la infancia.
Juegos y convivencia intergeneracional
Uno de los aspectos más entrañables de su relato es la convivencia entre varias generaciones de niños y jóvenes en la plaza y los bloques del barrio. “Confluíamos tres generaciones”, recuerda, y a pesar de las diferencias de edad, todos compartían juegos, aventuras y momentos inolvidables. Desde partidos de fútbol improvisados hasta la construcción de cabañas y “boquetes” en el campo, la creatividad y la colaboración eran la norma.
La competitividad existía, pero siempre dentro de un ambiente de amistad y familia. “El marcarme un gol suponía que yo dejaba de jugar, pero todo eso era una competitividad muy de mucha amistad, de mucha familia”, explica Eduardo, resaltando el espíritu de compañerismo que reinaba en el barrio.
Celebraciones y tradiciones familiares
Las celebraciones, especialmente la Navidad, eran momentos de unión y alegría. Las madres, muchas de ellas provenientes de antiguas casas de vecinos, trasladaron esa tradición de compartir al portal del bloque, donde cada una bajaba algo para comer y beber, y la fiesta se prolongaba hasta altas horas de la madrugada. “Se celebraba la Navidad con un ambiente de alegría, de lo que realmente vivíamos y celebrábamos”, rememora Eduardo.
Incluso las actividades comerciales de la familia, como la venta de pavos por Navidad, formaban parte de la vida comunitaria y contribuían a ese sentimiento de pertenencia y felicidad compartida.
El legado familiar y el espíritu emprendedor
La historia de Eduardo está profundamente marcada por el ejemplo de sus padres, especialmente su padre, quien tras una etapa en la hostelería decidió emprender en el comercio buscando una vida más independiente y de mayor calidad para su familia. “Siempre ha sido un hombre emprendedor, luchador”, dice con orgullo, recordando cómo poco a poco fueron consolidando el negocio familiar en el barrio.
El comercio como forma de vida
La familia Biedma se ha dedicado durante décadas al comercio local, especialmente en el sector de la papelería, librería y loterías del Estado. A pesar de los desafíos, como la actual situación de salud de Eduardo, el negocio sigue adelante, adaptándose a los nuevos tiempos y necesidades del barrio. “El servicio de paquetería, que parecía un servicio mínimo, ahora es uno de los productos fuertes del comercio local”, señala, mostrando cómo la capacidad de adaptación es clave para la supervivencia y el éxito.
El valor del esfuerzo y la humildad
Eduardo destaca la importancia de los valores inculcados por sus padres: el esfuerzo, la humildad y el servicio a los demás. “Mi padre siempre me aconsejaba mirar a las personas sin importar su estatus, ser humilde, porque la humildad abre puertas”, comparte. Estos principios han guiado su vida personal y profesional, y son el legado que intenta transmitir a sus hijos y a la comunidad.
La hermandad de la Clemencia: fe, juventud y compromiso social
Uno de los capítulos más significativos en la vida de Eduardo es su implicación en la fundación y desarrollo de la Hermandad de la Clemencia, una cofradía nacida del anhelo y la ilusión de un grupo de amigos del barrio. “Ahora sí somos hermanos porque compartimos la fe”, afirma, subrayando el carácter fraternal y comunitario de la hermandad.
Los inicios: juventud y dificultades
Los comienzos no fueron fáciles. “Fue un paso por el desierto”, reconoce Eduardo, recordando que en aquellos años no era común fundar nuevas hermandades. Sin embargo, la dificultad forjó el carácter del grupo, dándoles madurez y una fuerte unión. “Había que estar muy unidos, apoyarnos los unos a los otros”, explica, y esa unión fue la base sobre la que se construyó una hermandad sólida y arraigada en el barrio.
El papel fundamental de las madres
Un aspecto especialmente emotivo es el reconocimiento al papel de las madres en la hermandad. “Fueron las que se implicaron junto a nosotros, vieron que era un camino bueno y se dieron enteramente al proyecto”, destaca Eduardo. El trabajo y la dedicación de estas mujeres fueron fundamentales para sacar adelante los proyectos y mantener viva la llama de la hermandad, un legado que hoy continúan las nuevas generaciones.
Presencia y labor social en el barrio
La Hermandad de la Clemencia no solo es un referente espiritual, sino también social. Está presente en colegios, centros de salud, centros de mayores y desarrolla una labor asistencial y formativa. “La hermandad es el brazo importante de la parroquia con el barrio”, afirma Eduardo, resaltando la importancia de estar al servicio de las necesidades de la comunidad.
La vida cotidiana: trabajo, familia y aficiones
A pesar de los retos de la vida, Eduardo mantiene una actitud positiva y agradecida. Junto a su mujer y sus hijos, forma una familia unida, y aunque actualmente atraviesa un bache de salud, sigue involucrado en el comercio y en la vida del barrio.
Gastronomía y lugares favoritos
Eduardo confiesa que disfruta de la buena comida, especialmente en compañía de amigos. Entre sus lugares favoritos para comer destaca “El Puntal”, un sitio que frecuenta por su buena relación calidad-precio y su ambiente acogedor.
Música, televisión y cultura
La música, especialmente la música cofrade y la clásica, ocupa un lugar importante en su vida, ayudándole a relajarse y encontrar paz interior. En cuanto a la televisión, prefiere las series a las películas, y recomienda especialmente “El cuento de la criada”, que le sorprendió gratamente.
Eduardo también disfruta de la cultura general y de viajar, destacando su reciente descubrimiento de Salamanca, una ciudad que le ha cautivado por su belleza e historia.
Reflexiones sobre la sociedad actual
El testimonio de Eduardo no solo es un viaje al pasado, sino también una mirada crítica y constructiva al presente. Lamenta la pérdida de ciertos valores y la falta de oportunidades para los jóvenes, especialmente en el acceso a la vivienda y el desarrollo profesional. “Hay mucha gente joven, emprendedora, con cualidades impresionantes, que no pueden desarrollar su talento aquí y tienen que irse fuera”, señala, abogando por políticas que faciliten el acceso a la vivienda y fomenten el talento local.
El impacto de las redes sociales
Eduardo es crítico con el uso excesivo de las redes sociales, que a su juicio han restado calidad a las relaciones personales. “Nos ha privado de mucho la relación de las personas”, afirma, aunque reconoce que bien empleadas pueden ser una herramienta útil, especialmente en el ámbito laboral.
La importancia de la humildad y el servicio
Si hay un valor que Eduardo considera fundamental es la humildad. “Me gustaría que nunca me falte la humildad”, confiesa, y procura vivirlo en su día a día, especialmente en su labor de asistencia a los demás en el barrio y la feligresía de San Benito.
El barrio de San Benito: pasado, presente y futuro
San Benito es mucho más que un lugar; es una comunidad viva, forjada por generaciones de vecinos que han sabido mantener la unión, la solidaridad y el espíritu de superación. Eduardo se muestra orgulloso de su barrio y de su gente, y aunque reconoce que los tiempos han cambiado, sigue creyendo en el potencial de San Benito y de su ciudad.
Propuestas para el futuro
Entre las mejoras que propone, destaca la necesidad de facilitar el acceso a la vivienda para los jóvenes y de seguir trabajando para que la ciudad recupere el dinamismo económico y social de décadas pasadas. “Más que cambiar, intentaría añadir todo este tipo de cuestiones”, afirma, apostando por una gestión política centrada en el servicio a la ciudadanía.
Lugares y personas emblemáticas
Eduardo menciona a varias personas representativas del barrio, como su hermano Dioniso Díaz, Antonio Higuero y Luis Santiago, quienes han contribuido de manera significativa a la vida cultural y social de San Benito y de la ciudad.
El valor de la memoria y la gratitud
A lo largo de su relato, Eduardo transmite un profundo sentido de gratitud por todo lo vivido y compartido en San Benito. “A veces no hace falta tener mucho de lo material para ser feliz, lo importante es valorar lo que tenemos”, reflexiona, invitando a las nuevas generaciones a recuperar y mantener esos valores que hicieron grande al barrio.
El refugio del hogar
En su vida cotidiana, Eduardo encuentra paz y tranquilidad en su hogar, especialmente en su patio y jardín, que le recuerdan a la naturaleza y la serenidad de su infancia en San Benito. “Aquí me encuentro muy tranquilo, muy bien, muy relajado”, confiesa, subrayando la importancia de tener un espacio propio donde reconectar con uno mismo y con los recuerdos más entrañables.
Conclusión: una vida al servicio de la comunidad
La historia de Eduardo Biedma es la historia de San Benito: una historia de esfuerzo, humildad, solidaridad y fe. A través de su testimonio, comprendemos que los barrios son mucho más que edificios y calles; son comunidades vivas, tejidas por las relaciones humanas, el trabajo compartido y la transmisión de valores de generación en generación.
Eduardo nos recuerda que la verdadera riqueza está en la familia, la amistad y el servicio a los demás, y que el futuro de nuestros barrios y ciudades depende de nuestra capacidad para mantener vivos esos valores y adaptarnos a los nuevos retos sin perder la esencia de lo que somos.
San Benito, con su historia y su gente, sigue siendo un ejemplo de comunidad, y el testimonio de Eduardo Biedma es un homenaje a todos aquellos que, día a día, construyen un mundo mejor desde la cercanía, la humildad y el compromiso.
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